18 jun 2011

Tus recuerdos

Mis recuerdos son tus recuerdos.

Suena a poesía barata, pero tiene una base innegable: tú y yo compartimos el mundo. Así que compartimos, en mayor o menor medida, la historia. Recordarme es recordarte. Y viceversa.

Y yo tengo una anécdota que ilustra muy bien esta idea de que los recuerdos son compartidos más allá de las experiencias personales verdaderamente vividas. Esto sucedió allá por los 70. Antes de que varios participantes de este blog hubieran nacido y yo tenía un par de años.

Un día, fuera de la casa de los abuelos, salí a la calle y la familia me observaba. Recuerdo perfectamente la casa de los abuelos, los árboles y cómo, con el paraguas que llevaba, parecía un hongo.

No se rían. Sí parecía un pequeño hongo, con el paraguas echado hacia atrás que me ocultaba media espalda. Lo recuerdo como si fuera ayer. Me veo caminar por esa calle, alejándome hacia el sur... Y si pienso un poco, la magia se rompe.

Piénsenlo un poco conmigo: ¿me veo a mí mismo de espaldas, alejándome? Imposible. Esa imagen que está tan clara en mis recuerdos es una vieja historia de familia que me han contado cientos de veces y que forma parte, sí, de mi propia historia. Y de mis recuerdos.

Pero no es sólo una memoria ajena que haya hecho mía: he modificado lo que sucedió en realidad y lo que recuerdo ya no corresponde a lo que me han narrado. Es inevitable notar que, al hacer mío el recuerdo, lo he modificado: mis abuelos no vivían en esa casa ni estaban esos árboles ahí.

Aunque sea una historia que me han contado y no haya ocurrido como dice mi memoria, ese es un recuerdo ajeno que es mío. Es mi propio recuerdo. Y no. :)

2 comentarios:

  1. ¡Pequeño hongo! :D Lo más lindo de los paraguas cuando uno es peque, es que efectivamente, uno cabe perfectamente debajo de ellos. ;)
    Yo en lo personal, amo los paraguas... al grado que me pasa por la cabeza prober cada uno debajo de la regadera xD
    ¡Me gusta tu historia!

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