11 feb 2014

Harto consuelo su memoria

“Recordar es volver a vivir” es, hoy en día, un lugar común. Recordar, en efecto, no es sólo recuperar algo que está guardado físicamente, como en una memoria USB. No es sólo imaginar, soñar lo ya vivido y rememorarlo, sentirlo de nuevo.

Más allá, al recordar se genera nueva información, los recuerdos obtienen nuevos sentidos y significados, nuevas asociaciones, se cargan de otras emociones nuevas. Recordar es vivir, pero no volver a vivir, sino vivir algo nuevo, pero en un punto en que se intersectan lo soñado —lo imaginario ya vivido— y la vida en proceso, la nueva vida.

Y dice Antonio Machado:
Entre el vivir y el soñar
hay una tercera cosa.
Adivínala.

Explica el poeta en otro sitio que “Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar”. 

¿A qué viene a cuento el despertar según Machado, con los recuerdos? Pues en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), nos dice Sebastián de Covarrubias que recordar es “despertar el que duerme”.
Capturado de la consulta en el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española 

Y justamente así usa Jorge Manrique el verbo recordar en el primer verso de las “Coplas por la muerte de su padre”, para mejor recordarlo (o acordarlo, que es la palabra que usa él para rememorar); aquí un fragmento (y una versión musicalizada por Paco Ibáñez):
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
[…]
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dejonos harto consuelo
su memoria.

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